La vida de Joseph Bologne Chevalier de Saint-Georges es de esas que uno lee y no cree, de esas que lo llevan a uno a pensar que la historia no es más que el producto de la imaginación de una escritora o escritor delirante. Hijo de una esclava y del dueño de una plantación, Saint-Georges nació en Guadalupe a finales de 1745. Su padre, en lugar de abandonarlo, venderlo, o hacerlo esclavo, como era común en la época, decidió llevarlo a París para brindarle una buena educación. Allí, Saint-Georges se convirtió en uno de los mejores esgrimistas de Europa, uno casi invicto que se enfrentó y derrotó a varios de los mejores de la época, incluyendo al célebre Chevalier d’Éon, el primer transexual público en Europa, sobre quien también debería hacerse una película.
Saint-Georges también fue un excepcional violinista, un interesante compositor y un mulato que se paseaba a sus anchas en las cortes francesas. Algunos autores, incluso, especulan que, en la Flauta Mágica, el villano de la ópera, Monostatos, es negro porque Mozart quería expresar la envidia que sentía por Saint-Georges, quizás esa envidia lo llevara a copiar partes de los conciertos de violín de Saint- George para su Sinfonía Concertante en mi bemol. Su fama era tan grande, que fue nombrado director de ópera de la Académie Royale de Musique, aunque no pudo posesionarse porque tres de las cantantes más importantes de la Academia rehusaron obedecer a un negro.
En medio de una de las más elitistas sociedades, en épocas en las que la esclavitud era legal en la mayoría de los países europeos, Saint-George logró superar los prejuicios de sus contemporáneos y triunfar en casi todos los oficios en los que puso su empeño. Sin embargo, no pudo casarse, porque al ser caballero sólo podía contraer nupcias con alguien de la nobleza y a los nobles les estaba prohibido casarse con los negros. Aún así, Saint-George se enamoró de una noble, Marie-Joséphine de Comarieu de Montalembert , quien estaba casada con un hombre 46 años mayor. Cuando su esposo se enteró que el hijo de su esposa no era blanco, indicó a las parteras que lo dejaran morir. Saint-George supo entonces que había engendrado un hijo que había sido asesinado por el esposo de su amante. En medio del dolor por la pérdida de su hijo y de la influencia de su mecenas y amigo, Philippe Égalité, Saint-George decidió hacer parte del ejército revolucionario y buscar la abolición de la esclavitud. Se convierto entonces en la primera persona que comandara a un batallón compuesto sólo de negros en Europa.
Uno se pregunta por qué una vida tan extraordinaria no es conocida, por qué las hazañas de quien John Adams calificaría como “el hombre más virtuoso de Europa” no se conocen, por qué sólo se conservan un tercio de sus obras, por qué sus intrincadas composiciones no se han grabado. Cualquiera que sean las respuestas a estas preguntas, lo cierto es que tan terrible omisión es no sólo injusta, sino basada en terribles prejuicios raciales y prácticas discriminatorias. Por eso, uno celebra Chevalier, la película de Stephen Williams y Stefani Robinson sobre Saint-Georges. Chevalier, sin embargo, resalta no sólo por su importancia historia, sino por su magnífica puesta en escena, su maravillosa banda sonora y el trabajo de sus actores principales. Algunos críticos han cuestionado la decisión de la película de centrarse más en la relación de Saint-Georges con Marie-Joséphine que en los eventos sociales que estaban desencadenando la revolución francesa. En mi opinión, es una crítica injusta. Como la mayoría de los nobles de la época, Saint-Georges con seguridad no fue capaz de avizorar los dramáticos cambios que la revolución introdujo en Europa. Para él, lo más importante debió de haber sido su relación con la mujer que amaba y la posibilidad de tener un hijo, de rescatarlo a él, así como antes lo había hecho su padre.
En toda biografía llevada al cine, se alteran la secuencia de los eventos, se añaden y se omiten historias, se mezclan personajes. Una vida llena de hazañas en medio de una de las más convulsas épocas es difícil de resumir. No obstante, Stefani Robinson logró escribir un guión sólido en la que los eventos se desenvuelven con naturalidad y uno logra atisbar algo del genio de Saint-George. Aún así, hay una omisión para mí importante. En la película, Chevalier decide hacer parte de la Revolución Francesa ante el desasosiego que le produjo la muerte de su hijo y la recuperación de sus raíces por su madre. El filme, sin embargo, no cuenta nada de su participación en el ejército de la revolución. Con sus decisiones sobre lo que muestran o no de la vida de Chevalier, los autores sólo dan cabida para que el público aprecie los momentos en los que él tuvo que acomodarse al sistema o en los que su protesta fue pacífica, pues dejan de lado el verdadero valor y hazañas de este líder revolucionario.
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