No importan las críticas que puedan surgir en torno a Barbie, la película ya ha cosechado dos triunfos significativos: ha empoderado a las mujeres a través del discurso de Gloria (America Ferrera) y nos ha motivado a reflexionar sobre las dimensiones y luchas de las mujeres en una sociedad patriarcal. Estos logros son de suma importancia. Manteniendo proporciones, podría incluso aseverarse que el discurso de Gloria está en vías de alcanzar el mismo nivel de reconocimiento que el icónico discurso de Chaplin en "El gran dictador" (1940). Tengo amigas que han derramado lágrimas al presenciar a America Ferrera decir que...: “Nunca hay que envejecer, nunca ser grosera, nunca presumir, nunca ser egoísta, nunca caer, nunca fallar, nunca mostrar miedo, nunca salirse de la raya. ¡Es muy difícil! ¡Es demasiado contradictorio y nadie te da una medalla o dice gracias! Y resulta que, de hecho, no solo lo estás haciendo todo mal, sino que además todo es culpa tuya.” No hay dudas que esas palabras denuncian una situación de injusticia y opresión en la que viven muchas mujeres, y decirlo en una forma tan poética es un logro maravilloso de la película. No obstante, a pesar de encontrar el discurso de Gloria maravilloso, considero que Barbie presenta una perspectiva limitada del feminismo, y las elecciones narrativas de la directora resultan ser superficiales, carentes de dinamismo y escasamente creativas.
Barbie es la historia de la versión estereotipada de la muñeca (Margot Robbie) que vive en una sociedad invertida a lo que el filme llama "sociedad patriarcal". En este mundo ficticio de Barbie, las mujeres son las líderes, ocupan puestos prominentes en el ámbito jurídico, crean leyes y los hombres son tratados como objetos para satisfacer los deseos de las mujeres. En esta realidad, todas las mujeres llevan el nombre de Barbie, mientras que los hombres se llaman Ken, con la excepción de Alan (Michael Cera), un personaje que tiene poco peso en la película. Un día, la Barbie interpretada por Robbie despierta con pensamientos sobre la muerte y descubre que ya no puede mantenerse en puntillas como solía hacerlo. Siguiendo el consejo de una Barbie peculiar (Kate McKinnon), la muñeca estereotipada decide vijar al mundo real en busca de una niña que está experimentando pensamientos negativos acerca de la muñeca. Su objetivo es ayudar a la niña a superar estos pensamientos y, de esa manera, recuperar la capacidad de ponerse en puntillas y liberarse de las preocupaciones sobre la muerte. En el camino, sin embargo, Barbie descubre que el Ken estereotipado (Ryan Gosling) ha decidido acompañarla.
En el mundo real, Ken y Barbie descubren que la realidad es opuesta a la del reino Barbie: las mujeres no pueden acceder a los puestos de poder y son víctimas constantes de acosos sexuales y otras formas de agresión. Gracias a una conexión telepática con la dueña de la muñeca que le envía sentimientos negativos, Barbie descubre a Sasha (Ariana Greenblatt), quien de entrada le echa en cara todos los problemas que tiene una muñeca que crea estereotipos de belleza inalcanzables para la mayoría de las mujeres. Los pensamientos negativos, sin embargo, no emanan de Sasha, sino de su madre Gloria (America Ferrera), quien es la secretaria de la Junta Directiva de Mattel. Intentando solucionar la situación, las tres mujeres deciden regresar al mundo Barbie.
Cuando Barbie, Sasha y Gloria llegan al universo Babie, se dan cuenta de que Ken Gosling, inspirado por el mundo real, ha transformado el mundo de las Barbies en un reino patriarcal en el cual solo los hombres tienen el poder de gobernar y las mujeres se encuentran relegadas a un papel de mera complacencia. Podría pensarse que la descripción que hace la película es una crítica a la sociedad patriarcal, sin embargo, esta representación es simplista y superficial. No aborda de manera adecuada lo que Kimberlé Crenshaw acertadamente describió como "interseccionalidad". En la película, todas las mujeres, independientemente de su etnia, apariencia o estrato social, experimentan la misma forma de discriminación. Además, la película parte de la premisa equivocada de que los problemas de una sociedad patriarcal son únicamente mentales, limitándolos a concepciones erróneas que las personas tienen. Esto ignora de manera flagrante y niega las agresiones físicas, así como la explotación económica y sexual que subyacen en este tipo de sociedad.
Estos problemas se hacen más evidentes en el plan ideado por la Barbie estereotipada y sus amigas para recuperar el reino de Barbie. El plan consiste en cambiar la mentalidad de las mujeres, animándolas a redescubrir su sentido de dignidad y a emplear sus atributos para provocar descontento entre los hombres. De esta manera, ellas podrán reformar la Constitución con el fin de asegurar la restauración de su liderazgo. Sin embargo, el plan subyace en la suposición de que el patriarcado es simplemente un constructo mental que puede abordarse mediante un diálogo sincero y no un problema complejo que tiene sus raíces en estructuras sociales y económicas. Además, el plan presupone que todas las mujeres poseen un nivel uniforme de poder en la sociedad y que un simple cambio legislativo es suficiente para garantizar la igualdad entre géneros, lo que así minimiza las realidades de agresión física, explotación económica y desigualdad arraigadas en la estructura patriarcal.
La simplificación absurda del problema de género en la película también eclipsa la existencia de diversas expresiones de feminidad. Aunque es cierto que la película contó con la participación de Hari Nef, una actriz transgénero, esta orientación nunca es abordada en el filme. No se presentan Barbies que puedan identificarse como Kens, ni se exploran las diversas orientaciones sexuales dentro de la historia. Más preocupante aún, hacia el desenlace de la película, la Barbie estereotipada opta por reivindicar su feminidad mediante una visita al ginecólogo para obtener una vagina, insinuando que la feminidad está condicionada por la genitalidad. Esta elección parece respaldar una perspectiva esencialista de la feminidad, que considera que los órganos sexuales definen la identidad femenina, lo cual se asemeja peligrosamente a los patrones ideológicos que subyacen al patriarcado que la película supuestamente busca cuestionar.
En cuanto a la narrativa, la película presenta deficiencias significativas. Aunque se destaca la primera secuencia de escenas, especialmente el ingenioso guiño a "2001: A Space Odyssey" (Kubrick, 1968), el resto del filme carece de momentos que inviten a la reflexión sobre los problemas que intenta abordar y se limita a repetir gags de esos que se encuentran en las películas de Will Ferrel o Adam Sandler. En lugar de transmitir su mensaje mediante historias ingeniosamente elaboradas o personajes complejos, la película recurre a discursos repetitivos que, si bien poseen una fuerza dramática considerable, demuestran las limitaciones narrativas de la directora.
Decía al inicio que Barbie nos había motivado a reflexionar sobre temas imprescindibles en nuestra época. Lo triste de este logro, sin embargo, es que se haya alcanzado con personajes tan simples y con historias tan superficiales como las de la película. De todos modos, al final nos queda el discurso de Gloria. Para escucharlo, para emocionarnos con él, aún sin tener que ver la película.
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